Me pongo a pensar en la Navidad y creo que cada vez me gusta menos.
Sobre todo porque los gastos se incrementan, que si una comidita con los de la oficina, una pachanga con el grupito de toda la vida, el tradicional brindis de ex compañeros de prepa, y regalos, muchos regalos (a veces hasta por compromiso), etc.
La cosa es que en época navideña gastamos y gastamos.
Siento que me viene persiguiendo un reno y que cada vez que da un paso se oye el sonidito de alguna caja registradora. Y de hecho si me viene persiguiendo uno, cuando al ver por el espejo retrovisor me doy cuenta que el coche de atrás lleva unos cuernos en el techo y un pedazo de fieltro rojo, que al parecer es la nariz, ¡Que nacada!
Lo bueno es que las tiendas se han dado cuenta también que nos volvemos unos compradores compulsivos, en estos días, y ponen rebajas, ofertas, pagos a mediano, corto, largo, larguísimo plazo y un plan nuevo de pago denominado: "hasta que la muerte nos separe".
Pero bueno, es Navidad, época de amor, de regalar, de dar y de recibir, ¡qué más da! Así que no se preocupen si ya desde ahorita deben todo el aguinaldo, a pesar de que todavía ni lo reciben, acuérdense: ¡Es Navidad! Who cares?
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